Apariciones de la Virgen de Umbe desde 1978 hasta 1989

1 de septiembre de 1979, sábado

Tomado del Diario de Felisa

Antes de la procesión, un niño maravilloso se le apareció a Felisa.

Le dijo:

¿Quién eres tú? Contestó:

«El Niño Jesús»

¿Qué quieres de mí? Le contestó:

«Qué cuides bien de mi Madre». «Hoy con tantas flores estará contenta, sonreirá».

Dijo Felisa: los hombres no creen, le respondió: 

«Para cuando crean, será tarde»

8 de diciembre de 1988, jueves - último mensaje a las 5 de la madrugada.

Festividad de la Inmaculada Concepción.

Tomado del Diario de Felisa

«Hoy en tu presencia me dirijo a la humanidad. Los demonios están sueltos en la Tierra. Con el Rosario venceréis. Os espero a todos aquí. Deseo mi capilla. No desfallezcáis. Estáis protegidos»

El 19 de septiembre de 1987 murió nuestro padre. Desde el primer día ocupé su sitio en la cama por no dejar a Ama sola. El día 8 de diciembre, día de la última aparición de la Virgen de Umbe, yo dejé de oír a Ama, no pensé en nada y al volver ella me pidió de rodillas que escribiese el mensaje, yo le pregunté ¿Ama cómo has ido? Y dijo, la Virgen me ha dicho, ponte el abrigo y el pañuelo en el cuello y me ha llevado.

Felisa vio a la Virgen acompañada de dos peregrinos de Umbe ya fallecidos: un sacerdote, que había sido su confesor y que le dijo: «Dios y la Virgen no tienen tanta prisa como se tiene en la Tierra». La vidente le besó la mano y él le dio la bendición.

El laico habló también a Felisa: «Donde estoy no hay sufrimientos. Sin  merecerlo, con vuestras oraciones, estoy en el cielo». Oraron intensamente para que se iluminen los que tengan que sacar esta causa adelante.

2 de mayo de 1989, martes - 04:00 h.

Tomado del Diario de Felisa

Tuve la siguiente visión: Vi a Cristo a la derecha del sol, cuyo fondo era de un azul intenso. Con su mano derecha indicaba todo lo que había costado nuestra Redención.

Vestía una túnica blanca larga. Era alto, de facciones perfectas. Tenía el pelo hasta la espalda.

A su derecha, vi sacerdotes que estaban en el Purgatorio. Sufrían una gran angustia.

Junto a Cristo estaba la Virgen, que me dijo:

«Reza por los sacerdotes, porque son muchos los que escupen el Rostro de mi Divino Hijo»

Felisa Sistiaga 29-02-1908 * 10-02-1990

Ahora Felisa está junto a Ella, tal como le pedía a la Virgen: "Llévame contigo"

Del Diario de Felisa escrito por su hija, Inés

Su última palabra en su lecho de muerte fue:

¡Tomás! ¿Qué quieres, Ama? Estoy Bien

A las 6 de la tarde hora de su fallecimiento, me encontraba en Umbe, rezando el Santo Vía Crucis a los pies de la Virgen, de rodillas en una silla, en la décima cuarta estación.

Justo a las 6 de la tarde, hubo una señal que se vio en Umbe. Una niebla espesa que lloviznaba muy abundantemente, que unos peregrinos vieron y otros no. Había coches que encendían las luces y para el resto relucía un brillante Sol.

A los pocos días se le llevó al Señor Obispo Luis María Larrea, un escrito firmado por algunos de los presentes del fenómeno.

«La vida de los que en ti creemos Señor, no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrenal adquirimos una mansión eterna en el cielo»

9 de marzo de 1990

Del Diario de Felisa escrito por su hija, Inés

Tras su muerte, nosotros, sus hijos, cumpliendo el mandato que nuestra ama nos dio en vida, procedimos el 9 de marzo del mismo año de su fallecimiento, ante notario, a la apertura de un sobre cerrado en el que ella había guardado celosamente un mensaje y un objeto por encargo de la Virgen para que fuera abierto después de su muerte.

El mensaje fue escrito el 15 de agosto de 1969 tras la aparición de la Virgen y dice lo siguiente:

«Vengo a hacer la paz de mis hijos que no me hacen caso»

La Virgen me ha dicho muchas veces que viene para toda la humanidad, para todos sus hijos, y que a todos nos tiene bajo su intercesión. A todos nos quiere mucho y desea nuestra salvación, de tal manera que antes del castigo enviará Dios un Aviso, y para que nadie dude de este Aviso habrá un Milagro.

La Virgen me dijo también:

«Su Espíritu estará eternamente en ti»

Y continuó:

«Te doy una medalla mía, de inspirada belleza. Si le pedís perdón con vuestras almas sinceras, Cristo os perdonará. Yo, vuestra Madre, como Intercesora de Él, os quiero decir que os enmendéis, pues ya estáis en los últimos Avisos. Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación»

Cuánta paciencia, fidelidad y entereza la de Felisa Sistiaga y su familia, a pesar de tantas dificultades y críticas siempre cumplieron lo que se le pedía de la manera más fiel posible. Felisa recibió una medalla de la propia Virgen que se supone está guardada en el Obispado.

En nuestra visita al santuario de Umbre tuve la oportunidad de ver personalmente una lista con la gran cantidad de informes médicos que certifican la curación de tantísimas enfermedades de todos los tipos; "El agua seguirá curando" y por sus frutos los conocereis, éstas son obras de amor que avalan la fe segura y la esperanza que tanto necesita la Tierra.


Comentarios