Nuestra Señora del Espino Blanco (Arantzazu) se apareció en Ainhoa a un pastorcito en las laderas del Atxulai o monte Erebi, como se le llama hoy en los mapas. Según el relato de un canónigo, estaba en las laderas del Atxulai, la altura que domina el pueblo, cerca del manantial actual del que brota "un agua beneficiosa" que entonces se llamaba, fuente milagrosa. Fluía a la sombra de un arbusto de espino o arantza en euskera. El pastor se sintió atraído por algo que brillaba en este arbusto. El relato dice que esta brillantez "representaba a una dama". El pastor habló con ella y extrañado, exclamó "Arantzan, zu?"" (¿tú en un espino?)
El joven pastor bajó de la montaña para anunciar el evento a todo el pueblo. Las gentes de Ainhoa lo tomaron en serio y construyeron un santuario para la que se convertiría en su Virgen: Arantzeko Birjina. Querían construirlo un poco más bajo de lo que está ahora, en la zona plana que domina la karrika (la calle). Pero los materiales que reunieron durante el día fueron encontrados, a primera hora de la mañana más arriba, en el sitio del santuario actual.
Se sometieron a la voluntad divina y nació la actual capilla. El edificio domina toda la cuenca de Xareta de la que es el principal santuario de montaña.
En 1886 se coloca un Vía-Crucis por iniciativa del abate de Duronea. En 1895 se organizan peregrinaciones muy populares. Se construye una gruta en el lugar donde corre el agua milagrosa. Se construye un nuevo Calvario, de ahí las tres cruces.
Juan Behereche, muerto en 1825, fue el guardián de la ermita durante setenta años consecutivos. El cuadro que representa la aparición de la Virgen de Ainhoa fue escondido durante la Revolución francesa. Posteriormente volvió a ser instalado en el santuario.
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